viernes, 15 de mayo de 2020

Adoquines. El esprint

Pues sí señor. Estamos metidos de lleno en el esfuerzo final por terminar el adoquinado de la Plaza del Olmo y tengo la impresión de que voy a echar de menos a los obreros que la han llevado a cabo. Quizás se me tache de sentimental, pero verlos cada día desde las ocho de la mañana –miento adrede porque cualquiera que me conozca sabe que no me he levantado a las ocho en mi vida– hasta ... lo que sea necesario para terminar lo que tenían planeado hacer, me produce un sentimiento de confianza en el ser humano que es reconfortante.

Son personas que han venido desde muy lejos en busca de una vida mejor y de un trabajo; de un trabajo que no queremos hacer los españoles porque estamos en el "estado del bienestar" y el trabajo que desempeñan esos otros que vienen es demasiado duro para que lo llevemos a cabo nosotros. ¡Ojalá podamos seguir eligiendo lo mismo tras la pandemia! aunque me temo que no. El trabajo dentro de nada será un bien escaso al que será difícil tener acceso. Entonces –cuando sea tarde– nos acordaremos de ahora.

... llovía ...
(Esta foto es panorámica y se puede desplazar a derecha e izquierda para poder ver toda la Plaza)
 Ayer por la mañana llovía y estuvieron aguantando hasta que la lluvia fue demasiado fuerte, pero después de comer emprendieron "a mala cara" el trabajo de rellenar de adoquines de color 💩💩💩, de color, el espacio que queda entre el Olmo y la fachada del Café Valenciano. Los suministradores de material no daban abasto con sus carretillas a satisfacer las demandas de los que los colocaban. Fue  un esprint en toda regla que ha dejó ésto al final de la jornada:

... al final de la jornada ...

El esfuerzo ha sido grande y los ha dejado "para el arrastre" pero hoy han vuelto al tajo para rematar la faena. Mañana seguiremos informando.



El Olmo está ajeno a cuanto sucede a sus pies y en estas noches de mayo resulta perfecto disfrutar de su silencio y del de la Plaza cuando apenas empieza a anochecer. Pongan el vídeo a pantalla completa y deléitense con el azul del cielo –de nada–. Ni un ruido, nada que interrumpa esta paz casi perfecta del confinamiento. ¡Si no fuera por el virus!

Toni(n) el de "La Cuba"

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