sábado, 4 de julio de 2020

Adoquines. ¡Por fin!

De repente, sin previo aviso, han llegado los obreros, dos, con Gaspar y se han puesto a la tarea de resolver el enigma que nos ha tenido en ascuas durante todo este tiempo. De paso han arreglado algo en los imbornales de enfrente de la casa de Isabel y de la de Eduardo.

... descubierto el misterio ...


Bajo la atenta mirada de Toni Aucejo, que supervisó las obras en su día, ha quedado al descubierto el misterio. Después de más de un mes, ni placa con el dibujo del Olmo, ni leyenda que conmemorara el título ni nada que se le pareciera: adoquines.

Adoquines como el resto de la Plaza para terminar la obra porque el cuadrado que había quedado relleno de arena se había convertido, por obra y gracia de los maleducados de siempre en recinto donde  cualquier colilla tenía su asiento, en el "pipican" de los perritos – hay mayor número de perros conviviendo con familias en España que niños de quince años– y en el sitio que habían de vigilar los abuelos para que los nietos no entraran ante el temor de que "cogieran" cualquier enfermedad.

A mí, la solución –salvo el color de los adoquines como creo haber dicho– me gusta... aunque llegue con un poco de retraso cuyas causas ignoro.

Mientras tanto, pintan mal los rebrotes de la pandemia. Lérida vuelve a estar confinada y si no aprendemos de lo que les pasa a otros, nos mereceremos lo que nos pase a nosotros. Lo digo porque advierto que hay quien "baja la guardia" como si todo hubiera terminado, como si la pandemia hubiera sido un mal sueño, y no, ésto no ha hecho más que empezar.

Me voy a que me cambien la cadera por otra de titanio. Feliz y prudente verano.
Toni(n) el de "La Cuba"