lunes, 21 de septiembre de 2020

Fiestas sin fiesta

Ya decía la gente que es sabia que el coronavirus nos iba a cambiar la vida ¡y vaya si lo ha hecho!

Todo lo que significaba relación, compañía, socialización –vaya un palabro tonto– se ha tenido que convertir en virtual, al menos en gran parte de la dimensión que tenía antes de que se declarara la pandemia. Así, las criaturas se comunican por medio del "guasap" que es un invento al que he renunciado porque lo creo manipulador y sesgado, mucho más manipulador que el uso de internet, que ves en la red un cinturón que te gusta y te aparecen miles de anuncios proponiéndote su compra. El guasap es incómodo porque es necesario ponerse a escribir cuando llamar por teléfono es más fácil e incluso más personal; ¿es que hemos perdido la facultad del habla o es que resulta necesario comunicarse en grupo? porque doy por bueno que para dar una noticia a un colectivo numeroso de personas es más cómodo el guasap, pero no pensamos en las consecuencias que acarrea ese hecho, porque inmediatamente recibimos otras tantas preguntas de los que han sido comunicados, lo que nos lleva a lo largo del tiempo, de manera irremediable a la melancolía y al hartazgo.

Pero se me ha ido el santo al cielo con lo de los mensajes cuando lo que quería era comentar acerca de lo que le faltan a estas fiestas es ... fiesta.

Porque la misa de ayer domingo no fue lo mismo sin la pompa y el esplendor que se le da en condiciones normales, ni el día de la Patrona es igual sin la procesión, ese paseo acompañando a la imagen que tanto sirve para reflexionar en silencio durante el transcurso por las calles casco urbano. La misa tuvo el mismo valor religioso y espiritual que la otra pero no tuvo ... fiesta.

La entrada de Peñas fue sustituida por un remedo de mascletá "de luto" como escribía ayer; claro que lo que le faltó de "fiesta" lo ganó en tranquilidad; por una vez en muchos años pude dormir en mi cama sin tener que desplazarme a un hotel para poder conciliar el sueño. 

Ayer unos cuantos jóvenes se dedicaron a hacer su propia fiesta "jugando a los toros" como hacíamos nosotros cuando teníamos ocho o diez años. Observo una tendencia a prolongar la niñez entre las nuevas generaciones por su inclinación a seguir jugando hasta bien avanzada su edad porque los "toreros" y los "toros" no bajaban de los dieciocho años según me contaron quienes lo vieron.

Hoy, lunes "de barrenas", un grupito de personas se ha puesto a elucubrar acerca de cómo se podrán anclar los catafalcos que sirven de refugio y desde los que se ven los toros. Hay opiniones para todos los gustos, pero la que parece prevalecer es la de que hay que unir todas las barreras de cada lado de la plaza para que hagan un solo cuerpo y de este modo evitar accidentes. Ya veremos si en San Antón se han puesto de acuerdo acerca de cuál es la solución más viable ... y eso si en enero del 2021 podemos tener ya fiestas con fiesta, cosa de la que dudo.

Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas.

Toni(n) el de "La Cuba"

sábado, 19 de septiembre de 2020

Volteo y bombas reales

 Pues sí, señor, en el pueblo hemos tenido "volteo general de campanas" y disparo de bombas reales para anunciar que mañana es la Patrona, la fiesta gorda, La Virgen de la Luz.

La fiesta grande: La Virgen de la Luz

El sonido de las campanas volteando eleva inmediatamente el ánimo de quien lo escucha y el sonido hondo de las bombas reales hace que retumbe algo en el pecho; pero este año ese sonido redondo, potente, ha sonado de manera distinta, apagado, sordo, como si fuera un sonido del luto que habremos de llevar por los que se han ido durante la pandemia.

Campanas


Así es que, de fiesta, nos ha quedado el volteo y de algún tipo de decepción el disparo de bombas reales que más han parecido disparos fallidos que anuncio de que se avecina algo importante.

Algún poeta olvidado escribió hace años:

Campana de mi lugar

tú sí me quieres de veras

cantaste cuando nací,

llorarás cuando me muera.

Felices fiestas.

Toni(n) el de "La Cuba"








domingo, 6 de septiembre de 2020

Tromb-on Tromb-off

En casa solemos tomarnos las cosas por el lado jocoso. Siempre andamos a vueltas con las palabras y procuramos reírnos lo más posible incluí¡so de las cosas que son aparentemente más serias. Así, la vida se nos hace más amena, lo pasamos mejor y no tenemos malas ideas que ronden nuestro pensamiento, todo lo más, alguna maldad que otra que no pasan de ser travesuras de gente adulta que se divierte.

Viene ésto a cuento del título de esta entrada: cuando me diagnosticaron hace unos días que tenía un trombo gordo en la arteria pulmonar derecha –una bagatela que podría haberme costado la vida de no ser diagnosticada y tratada a tiempo– decidimos que empezábamos a lidiar con el inicio de un trombo; es decir que echando mano del inglés y con sentido del humor podríamos afirmar que  estábamos ante un tromb-ON, ¿entienden el juego de palabras? pero que teníamos que llegar a un tromb-OFF, es decir a que el trombo estuviera fuera de combate.

Así es que tras el tratamiento correspondiente en el Hospital de Sagunto de cuyo personal hablaré luego, me encuentro restableciéndome en casa tras el susto. Mi compañero permanente de habitación ha sido este monitor al que he estado unido mediante cables durante cuatro noches y tres días mientras se "chivaba" de mis constantes vitales. Nos hicimos tan amigos desde el primer momento, que lo bautizamos –ya conocen nuestra tendencia a tomarnos a cachondeo las cosas serias– como "Wall.e" por su semejanza con un robot de una película de dibujos animados que nos gustó mucho en su momento.

Les presento a Wall.e

                                                     

Mi experiencia, que ya empieza a ser dilatada, en nuestro Hospital, no puede ser mejor: desde la implantación del marcapasos pasando por la operación de cadera he recibido un trato magnífico por parte de todo el personal sanitario con el que he tenido la suerte de coincidir.

En esta ocasión desde la médico de Navajas, doña Gloria, que anticipó los datos necesarios a sus colegas de Sagunto, hasta doña Alicia, la internista que recibió mi caso desde la UCI, el personal de enfermería, auxiliares, celadores y en general  cuantos han tenido contacto conmigo han tenido un comportamiento ejemplar desde el punto de vista profesional y, lo que es más de agradecer –porque el ser buenos profesionales podría interpretarse como parte de su obligación– el trato humano ha sido impecable sintiéndome arropado por cuantos han intervenido en mi tratamiento durante los cinco días de mi estancia allí a pesar del cúmulo de trabajo que las actuales circunstancias, Covid-19 de por medio, se han cernido sobre ellos.

Curiosamente los comportamientos humanos feos, deplorables, injustos, los han protagonizado pacientes o parientes de pacientes que han dejado muy bajo el nivel de estima que puedo llegar a sentir por ellos: el primero fue el de un joven –estaba congestionada la sala de urgencias del hospital por un gran número de chicos y chicas adolescentes, acompañados por alguna persona mayor, que tenían que hacerse PCR– al que tuvieron que sacarle sangre y sufrió un leve mareo. Tenían que hacerle la prueba pero estimo que los laboratorios estarían echando humo y se retrasó un tiempo. Cuando llegué a la sala previa a la UCI, en espera, supongo, del resultado de mi propio PCR estaba dando gritos diciendo que "él quería irse de allí, que pasaba de la p.... prueba, que estaba hasta los h..... de todos y que lo que quería era estar con sus amigos, fuera, fumando un cigarrillo." Todo ésto dicho a grandes voces y con la intención de amedrentar al personal facultativo. Se le hizo saber que no era posible porque no conocían aún si estaba o no infectado por coronavirus a lo que repuso: "pues yo me quito la p.... vía y me voy por mis c......" El enfermero a cargo del box se enfrentó a él y con serenidad pero con firmeza le repuso: "eso es cuestión tuya, porque eres mayor para saber lo que haces"; en ese instante se acabó la baladronada y se calló el jaque.

Otro episodio lamentable ocurrió poco después en la UCI: la doctora "Majo" –creo que era el apelativo con que la denominaban sus compañeros había estado desde que yo llegué atendiendo a mil cosas en diferentes servicios; era la que estaba al frente de la UCI durante ese turno y no paraba de escribir informes, ir a distintas salas donde era requerida y atender a los enfermos que allí estábamos. Nunca le faltó una palabra amable para un paciente ni una información clara requerida a veces con angustia por algún acompañante al que se había permitido entrar durante un instante para ver al enfermo. Una dedicación constante e intensa podría describir su cometido en el tiempo, largo, en que la pude observar. La enferma que estaba a los pies de mi box recibe la visita de su hija, la doctora se acerca a contar lo que pasa –buenas noticias porque la reacción de la enferma había sido buena– y la hija la increpa diciendo: "cuatro horas, ¿tú te crees que YO puedo estar esperando cuatro horas a que me digas algo? La doctora Majo le explica que no está sólo su madre, sino que hay otros enfermos que requieren atención, que los laboratorios están prácticamente colapsados y que no ha podido dar datos antes porque no los tenía. Inútil esfuerzo; la energúmena sigue erre que erre, la doctora la pone en su sitio de manera firme y contenida a duras penas; cuando se aleja hacia su ordenador, la llamo:

–Doctora, por favor, –se vuelve y se acerca a mi cama.

–Dígame

-Es usted magnífica –le digo en voz alta y clara para que se entere la maleducada.

Me da un golpecito en la rodilla, sonríe y sigue con su trabajo.

Toni(n) el de "La Cuba"


jueves, 20 de agosto de 2020

Una balsa de aceite

Eso es lo que me parece nuestro pueblo en relación con el Covid-19, una balsa de aceite. 

Frente a la algarabía propia del verano –no sé si este año ha venido más gente que otros veranos pero a mí me parece que sí– que haría temer algún número de contagios del "bicho" dada su facilidad de transmisión, no tenemos noticias de que haya habido un solo caso de aislamiento preventivo lo que tranquiliza bastante si advertimos la falta absoluta de las precauciones recomendadas por parte de algunos de los ciudadanos con los que nos encontramos en nuestro devenir diario.

Mi especial situación de vuelta de una operación quirúrgica hace que me resulte más apetecible quedarme en casa que salir y encontrarme de cara con personas sin mascarilla –jóvenes, de mediana edad y de la mía– departiendo amigablemente con otros mamíferos tan desnudos de protección como ellos, con fumadores cuyo olor a tabaco ha percibido mi olfato pese a que yo sí uso mascarilla, y con gentes que –como dice un amigo mío– "llevan la pilila –perdón– por fuera del calzoncillo" aludiendo jocosamente a su nariz desprotegida de mascarilla, como si el naso no formara parte del aparato respiratorio

Las reñidas partidas de cartas se disputan entre adversarios enmascarados pero que ¡ay!, tocan una y otra vez las cartas o entre seres humanos a cara descubierta que también soban las mismas cartas una y otra vez. Y esta vez no vale decir que "allá cada cuál con su cadacuala" porque es que el rebrote de pandemia que ya tenemos aquí se ha de deber, necesariamente a esa bajada de la guardia que se hace imprescindible en casos como éstos. Y los espectadores de estas partidas –parte necesaria del cuadro costumbrista– asisten a ellas, algunos, fiando en la falsa seguridad de las mascarillas quirúrgicas que impiden que el portador contagie, pero que no evitan ser contagiado portándolas. Sé que en algunos pueblos no lejanos del nuestro no están permitidas esas partidas de cartas.

Las noches de Navajas son famosas entre la gente joven. En alguna ocasión durante este verano ha vuelto a casa a horas poco recomendables para gentes de mi edad y he podido constatar que buena parte de los jóvenes -no todos- estaban con la mascarilla puesta lo que me congratula y me hace pensar que todos estamos implicados en ésto sin distinción de edad, sexo o condición.

Creo que hay más factores de riesgo ahora, durante el tiempo en que más personas habitamos el pueblo, que cuando estábamos aislados antes del paso de las fases, por eso me congratulo, con la mosca tras la oreja, cuando compruebo que ésto es "una balsa de aceite". ¿Será por las aguas? ¿Será por el aire puro? ¿Será la Virgen de la Luz? ¿Será que el Olmo absorbe los virus y los tritura? ¿Qué será?

Toni(n) el de "La Cuba"

sábado, 4 de julio de 2020

Adoquines. ¡Por fin!

De repente, sin previo aviso, han llegado los obreros, dos, con Gaspar y se han puesto a la tarea de resolver el enigma que nos ha tenido en ascuas durante todo este tiempo. De paso han arreglado algo en los imbornales de enfrente de la casa de Isabel y de la de Eduardo.

... descubierto el misterio ...


Bajo la atenta mirada de Toni Aucejo, que supervisó las obras en su día, ha quedado al descubierto el misterio. Después de más de un mes, ni placa con el dibujo del Olmo, ni leyenda que conmemorara el título ni nada que se le pareciera: adoquines.

Adoquines como el resto de la Plaza para terminar la obra porque el cuadrado que había quedado relleno de arena se había convertido, por obra y gracia de los maleducados de siempre en recinto donde  cualquier colilla tenía su asiento, en el "pipican" de los perritos – hay mayor número de perros conviviendo con familias en España que niños de quince años– y en el sitio que habían de vigilar los abuelos para que los nietos no entraran ante el temor de que "cogieran" cualquier enfermedad.

A mí, la solución –salvo el color de los adoquines como creo haber dicho– me gusta... aunque llegue con un poco de retraso cuyas causas ignoro.

Mientras tanto, pintan mal los rebrotes de la pandemia. Lérida vuelve a estar confinada y si no aprendemos de lo que les pasa a otros, nos mereceremos lo que nos pase a nosotros. Lo digo porque advierto que hay quien "baja la guardia" como si todo hubiera terminado, como si la pandemia hubiera sido un mal sueño, y no, ésto no ha hecho más que empezar.

Me voy a que me cambien la cadera por otra de titanio. Feliz y prudente verano.
Toni(n) el de "La Cuba"

martes, 2 de junio de 2020

Adoquines. Algo faltaba

Pues sí, algo faltaba en la obra. Alguna línea gris maestra, esparcir arena fina para que se rellenen los intersticios –que no haya separación entre adoquines, vaya, porque esto de la unión es importante y si no recuerden las últimas arengas coronavíricas– hacer un nuevo imbornal que impida inundaciones de plantas bajas, arreglar pequeños desperfectos... Como digo, algo faltaba.
... hoy está puesto ...







... lo que ayer faltaba ...

















... era una pura cuestión de simetría ...



Otra vez, por la mañana, nos ha sorprendido el chirriar de las radiales en plena faena y la canción de algún obrero "...que por su amor mueeerooo..." mientras con un gran cepillo extendía la arena fina que ha de "aproximar" adoquines.
Una mirada al entorno ha hecho que nos diéramos cuenta de que un gran imbornal perpendicular al eje de la vía que une la Plaza con la Calle Mayor había sido la causa de los primeros chirridos matutinos:



Ese imbornal impedirá –o eso se pretende– que el agua entre en la planta baja que ocupa el estable¡cimiento. Son los detalles que hay que terminar de afinar, condición sin la cual no se puede liquidar la obra y saber de esa manera, cuánto nos queda para invertir en la famosa placa de la Plaza que, hoy por hoy, brilla por su ausencia. Esperemos ¿a la fase tres?
Toni(n) el de "La Cuba"

jueves, 28 de mayo de 2020

Adoquines. El cuplé

El cuplé fue un género de los años 20-30 del siglo pasado que salvo escasos resurgimientos a causa de películas taquilleramente afortunadas, ha tenido poca difusión.

Y es una lástima porque había letras muy interesantes –todas con intención– y con intención varia: la que ahora me viene a la memoria es la de "Las Violeteras" que empezaba así: 

"Como aves precursoras
de primavera
en Madrid aparecen
las violeteras..."

Pues en Navajas han aparecido las mesitas de los bares sobre la Plaza recién adoquinada "como aves precursoras/ de primavera..."

... como aves precursoras ...

Ha sido ésta una mañana de mediciones, de ajustes para lograr encajar la distancia fí-si-ca –no digan ustedes distancia "social" que es una "jilipolluá", así queda más "fisno", gorda, "como el tronco'el Olmo", que solíamos decir por aquí– distancia física, decía, que contribuya a dejar el espacio que recomienda nuestra sanidad para tener menos posibilidades de que el coronavirus nos tome como alojamiento para el verano.

No pienso renunciar a mi ginebra con tónica –el orden de los factores es importante en este caso– tomada en una mesita de ésas que anuncian la primavera como avecillas esperadas. Eso sí, tras cada libación de la bebida me volveré a poner la mascarilla y repetiré la secuencia cuantas veces sean necesarias para tomarme la mezcla.

Tengo para mí que hay que ser MUY prudentes en esto de la vuelta a la normalidad –lo de "nueva normalidad" me merece el mismo juicio que la "distancia social"– porque el que no aprende de los errores de los demás es tonto de remate. Verán por qué lo digo: Corea del Sur ha sido la nación que mejor frenó en principio la expansión del coronavirus; obligó a todos sus ciudadanos a llevar mascarillas, estableció el toque de queda, pero no declaró el confinamiento y su economía se resintió poco o nada, e incluso controló los teléfonos portátiles –portátiles, los teléfonos no se mueven por sí mismos– de las personas para conocer sus movimientos y sancionar a los que no respetaran las normas dadas para todos. Y ahora resulta que tiene que hacer frente a un serio rebrote cuando se ha abierto la mano en permitir  alguna alegría. Si esto pasa en una nación cuyos ciudadanos han demostrado ser disciplinados y cumplidores de las normas, imaginen lo que puede pasar aquí donde cada uno de nosotros sabe más de estas cosas que el que las inventó.


Por eso, por el bien de todos habremos de ser muy exigentes con nosotros mismos y con los demás a la hora de cumplir y hacer cumplir las normas que –ojalá– se nos den con claridad para que las entendamos todos.

... han venido para quedarse ...Las mascarillas, una higiene exquisita, educación y un gran cuidado han venido para quedarse y ya que son incómodas hagamos lo posible para que tengan que permanecer entre nosotros el menor tiempo posible –me refiero a las mascarillas, que deben tapar también la nariz y que no son efectivas en la barbilla, en la frente o colgando de una oreja– la higiene, el cuidado y la educación que se queden "per in saecula saeculorum".
Amén.
Toni(n) el de "La Cuba"

martes, 26 de mayo de 2020

Adoquines. Reflexiones

Si de los hechos no sacáramos conclusiones no aprenderíamos nada. A los que nunca se paran a reflexionar para aprender habría que aplicarles el calificativo –más bien el "descalificativo"– que les aplicaba Leonardo da Vinci: tubos vivientes; se alimentan y defecan  como lombrices y para entretenerse se reproducen y todo.

Intentemos alguna reflexión aunque sólo sea para no ser merecedores de adjetivos dolorosos:

Ha habido una obra importante en nuestro pueblo –la importancia es proporcional al tamaño en este caso– y está sin terminar; ¿por cuánto tiempo? ¿por qué? La Plaza del Olmo no está bien así como está, pero las obras llevan sus trámites administrativos como decía Luis Cuenca en una revista musical de hace muchos años:
"Hay obras de caridad,
hay obras de sentimiento,
pero las que duran más
son las del Ayuntamiento".
Todo irá llegando porque habrá que rematar la faena con la guinda del pastel que será sin duda la ya mencionada placa que se colocará –"Deo volente"– en el recuadro que ahora llenan restos de obra.
...así como está ...

¿Cuántos nos implicaremos en la tarea de conseguir que no se ensucie la Plaza más de lo estrictamente necesario? ¿Cómo podremos contribuir a mantenerla limpia? ¿Cómo podremos contribuír a que los demás no la ensucien? ¿Estaremos dispuestos a informar a quien se le caiga una envoltura de helado, un chicle o un montón de cáscaras de pipas de que se le ha caído?

Bastantes de las personas que transitan por debajo de mi punto de observación hacen comentarios positivos acerca de cómo ha quedado la Plaza: "Ha quedado bien, la Plaza", dicen algunos. "Está muy aseada" opinan otros. "Le hace falta un manguerazo" proponen los terceros. También hay críticas menos positivas: "¿Dónde está el agujero del palo para el toro embolao?" o "En el Museo entrará el agua cuando llueva fuerte...", ¿Tú crees que estos ladrillos (sic) aguantarán o empezarán a saltar? Opiniones que pasarán cuando pase la novedad y todo vuelva a ser como antes.

¿Como antes? Yo acabo de reservar para el viernes por la tarde una mesa en la que tomarme la tónica con ginebra que me prometí hace días. Porque parece que el viernes abrirán el "Café Valenciano" y el "Alba". De "El Sol sale para todos" no tengo noticia, pero supongo que no tardará en abrir también. No obstante, la distancia física entre personas –no caigan ustedes en la jilipollez de decir la "distancia social" porque socialmente hemos de estar muy próximos en las catástrofes– la distancia física, decía, quizás nos deje una sensación un poco desangelada, como de desamparo, de rebaño diezmado... y quizás esa sensación la experimentemos durante más tiempo del que sería de desear.

Se ha comentado también que corriendo los bancos y los maceteros hacia la línea de los adoquines del color que no me gusta se podría dejar una zona de carga y descarga que hace falta. Estoy de acuerdo si se limita el horario y  se impide que el resto de la Plaza sea un aparcamiento. Hay espacio para dos o tres vehículos que llegan, descargan y siguen su ruta; véanlo:


... carga y descarga –con condiciones– entre la línea de adoquines de color  y la calzada ...


Para que se vea más claro, inserto este vídeo en el que la zona de carga y descarga sería la que actualmente ocupan bancos y maceteros.

 

Y ahora, otra reflexión: Nos ha venido muy bien tener tiendas, carnicería, peluquerías y otros servicios durante este tiempo de confinamiento, no lo olvidemos con la libertad condicional a la que ahora estamos sometidos ni cuando estemos libres del todo. Estos servicios sólo existen si resultan rentables para los que los regentan y si hemos podido hacer uso de ellos ahora, debemos ser capaces de mantenerlos de cara al futuro, ¿No echan ustedes de menos una pescadería que abasteciera al pueblo? Pues eso solo es posible si somos capaces de lograr que los establecimientos sean atractivos económicamente durante todo el año. "Do ut des", dice el proverbio latino –te doy para que me des– y así funcionan las cosas.
Buenas tardes.

Toni(n) el de "La Cuba"





lunes, 25 de mayo de 2020

Adoquines. De retirada

Desde que empezó la pandemia se ha venido utilizando un lenguaje belicoso y de deseada unidad por parte de políticos, periodistas y publicistas en general. "Lo venceremos juntos", "Juntos lo conseguiremos", "Venceremos al coronavirus", "No podrá con nosotros", "Resistir es vencer" y               otras lindezas semejantes que planteaban al virus como al enemigo y a nosotros como el ejército que había de derrotarlo en el campo de batalla. Inútil empeño porque el virus sigue ahí y nosotros salimos mal que bien, pero con cautela y lentamente de nuestros refugios.

Ahora, contaminado tal vez por esa propaganda bélica he escrito en el título "De retirada"; pero no es de la retirada de un ejército en derrota de lo que quiero escribir hoy, sino de la de un grupo que ha terminado su trabajo y abandona el lugar en que ha estado trabajando con el sentimiento de haber terminado satisfactoriamente la tarea encomendada.

Esta mañana una "gotirradica" ha intentado –sin conseguirlo– desempolvar el Olmo.

Hoy queda "casi" terminada la obra de adoquinado de la Plaza y los que la han llevado a cabo:
Osman el hondureño y su compatriota Dani, Jose el guatemalteco, los ecuatorianos Steven y Gaspar –hijo y padre respectivamente; este último jefe de la obra– y el salvadoreño Iván –¿recuerdan? uno al que no le gustaba la cerveza– han sido los participantes en la obra. 

Hoy no están ni Steve ni Iván, que andan por otros lugares, pero los demás saldrán cuando acabe la jornada hacia algún otro lugar en el que ganar "el pan con el sudor de su frente" que es maldición bíblica que casi hemos olvidado para nuestro mal. Su comportamiento y su laboriosidad han despertado en mí al menos, un sentimiento de admiración hacia ellos. Gracias.

Han quedado colocadas las rejillas de los imbornales en los lugares en los que el sábado nos sorprendió que se estuvieran tapando, se han rematado los detalles que se han ido apreciando como incompletos y se ha procedido a limpiar de polvo la superficie de la Plaza para que empiece a tener su aspecto definitivo.
... colocados los imbornales ...
Así es que las tareas de esta tarde son las propias de dejar la obra presentable, restituir los elementos que fueron quitados para permitir la soltura de movimientos necesaria en este tipo de tareas y lograr que se pueda transitar libremente por la Plaza.

... retirar ...

Antes decía que "casi" estaba terminada la obra porque falta, como es evidente, la guinda del pastel, la lápida de la que tenemos sólo noticias difusas y que, suponemos, será colocada en breve.


... terminar los detalles ...

Algo he oído comentar acerca de dejar la parte gris como zona de carga y descarga, que falta hace, pero estimo que habría de ser a cambio de no permitir el estacionamiento en la Plaza.

También hay voces que piden que los toros se trasladen a la parcela propiedad de la Iglesia que está junto al Auditorio Municipal. Cada uno tiene su opinión y la expresa con libertad, como debe ser.

Creo que durante el tiempo que han estado trabajando los obreros nos han dado un ejemplo de lo que se debe hacer, de una magnífica manera de comportarse, de hacer lo que toca, de cumplir con su obligación.  

Ahora es nuestro turno y de lo que se tratará en él será de no dejar la Plaza hecha unos zorros cada vez que nos reunamos alrededor del Olmo porque la Plaza es el Ágora de nuestro pueblo, el lugar de reunión de personas, no un basurero.

En eso confiamos cuantos vemos las cosas desde este punto de vista. ¡Ojalá que los adoquines nos sean propicios!
Toni(n) el de "La Cuba"

domingo, 24 de mayo de 2020

Adoquines. Otro domingo de reflexión

Ayer a la hora de comer dejaron la obra los obreros y desde entonces la Plaza está en el silencio extraño y un poco enfermizo de la reclusión que ahora lo es menos, pero se nos ha quedado un rastro de confinamiento del que nos costará salir.

La gente visita la obra –unos con mascarilla y otros no que ambas cosas están permitidas– y cada uno da su opinión que este es un país libre para expresarla. 

Hablaba de la permisión de llevar o no mascarilla y se me olvidaba apuntar que es obligatoria la distancia física, que no "social", entre personas. Ésa hay muchos que se la pasan por ... ahí y como no podemos poner un policía para cada uno, pues los infractores se lo pasan en grande y los cumplidores "sufren con paciencia las flaquezas de sus prójimos" –que es una de las obras de misericordia cristianas– y se fastidian.

Estoy en desacuerdo con muuuuchas de las cosas a que nos ha obligado el estado de alarma, incluso con ese estado, pero cumplo es-cru-pu-lo-sa-men-te con lo que se nos ordena porque creo que es algo a lo que todos estamos obligados: el bien común –aún siendo cuestionable– por encima de las apetencias o las conveniencias individuales.

... empolvado ...

No sé si serán capaces de apreciar ustedes que el Olmo se nos va de fiesta. Para eso, digo yo, como cualquier "jovencito"  de la alta sociedad del siglo XVII, se ha empolvado la nariz, la peluca, el tronco y lo ha hecho tan abundantemente que ha dejado la estancia de su "toilette" hecha unos zorros a causa de los "polvos de arroz" que sus ayudas de cámara han distribuido con profusión por su cuerpo serrano.

Vendría bien una manguera que – con un riego abundante antes del remate de la obra– le dejara lucir el verde propio de sus hojas y el tostado de su piel. No sé si será posible, pero sí creo que sería conveniente.

Mañana creo que veremos llegar las rejillas que faltan para los imbornales y quizás –quizás– la ya famosa placa que se colocará ahí delante para que quede constancia de que lo que hay en la Plaza es un Olmo. No quiero ni siquiera pensar que algún día la placa anuncie que lo que había en la Plaza fuera nuestro Olmo.
Toni(n) el de "La Cuba"

sábado, 23 de mayo de 2020

Adoquines.20200523

Ayer, cuando los obreros terminaron la jornada laboral la parte derecha de la Plaza presentaba este aspecto:


... ayer por la tarde ...


En mi inocencia pensé que hoy por la mañana estaría "la rana" saltando sobre la tierra para compactar los intersticios que quedan entre los adoquines. Me equivoqué como si fuera un palomo cantado por Alberti. 

Esta mañana la gente se ha dedicado a otros menesteres: tapar imbornales por motivos de seguridad –para volver a destaparlos cuando se tenga el material– 








... Jose, el guatemalteco, "convenciendo" a un adoquín...

levantar trapas de registro de alcantarilla y otras minucias que dan a entender que la obra no se termina en un mes. Cierto es que el ayuntamiento, curándose en salud, añadió lo de "aproximadamente" al tiempo estimado de duración de las obras en los carteles que anunciaban el inicio de las mismas.



... Dani en su salsa ...

Ya no tendremos más noticias a lo largo del día de hoy porque se marchan los obreros.

Advierto, muy a mi pesar, una cierta falta de planificación que no sé a qué o a quién atribuir, pero tengo el pálpito de que se está recurriendo mucho a la improvisación que –necesariamente– rompe el ritmo de lo estudiado y planificado. Son imponderables que aparecen siempre, pero que perjudican menos cuando han sido ponderados antes. Por eso traigo aquí –a modo de cierre semanal– el cartel que tenía, muy visible en su despacho, un amíguete mío, Director General de Planificación e Inversiones:


¿A que visto así es es más divertido? Hasta el lunes si no hay novedades antes.
Toni(n) el de "La Cuba".








viernes, 22 de mayo de 2020

Adoquines. Sorprendente

Cuando uno pensaba que lo tenía todo visto, le surge la sorpresa. Quizás es que –como decía mi madre– "está todo "dao" al demonio" y las cosas no son como parecen. Al desconcierto general que ha causado el extraño pacto –del que me ocuparé en otro lugar menos amable que éste– del PSOE con EH-Bildu y Podemos se une ahora este afán que me interroga y no me dejará estar tranquilo hasta que lo haya resuelto: ¿Por qué se están levantando los adoquines de estos cuadros de los del fondo de la foto– que ya estaban hechos desde el 14 de mayo...

...ya estaban hechos...



...y se ponen como un solo hombre a rehacer la faena? ¿Es que les sobra el tiempo? ¿es que hay algo que no esté bien? ¿qué es? me pregunto.


La actividad en esos espacio es –como puede verse– inusitada, parece como si no quedara otra cosa que hacer que levantar lo que estaba puesto y volverlo a poner.

Pero un rato después hay un cambio de escenario y vemos que –una vez terminada la rectificación que se estaba haciendo– se procede a esparcir la tierra que compactará finalmente el suelo de la Plaza. Ahora parece que va en serio porque esa es la fase previa al final.



Estas que he compartido con ustedes son dos preocupaciones más que gravitan sobre mis hombros de persona mayor –una sobre cada hombro– con la misma intensidad. ¡Lo que pesa la responsabilidad!
Toni(n) el de "La Cuba"


jueves, 21 de mayo de 2020

Adoquines. El plumero

El Olmo va a necesitar un plumero para desempolvarse si se siguen cortando adoquines con las radiales. El Olmo y las casas de la Plaza, pero démoslo todo por bien empleado ante la magnitud de la obra que se inició hace unas semanas y ya va terminando.

Como el clima se aproxima al de verano, la falta de viento hace que el polvo se extienda como una niebla que todo lo cubre y permanece en el aire dando la impresión de que no va a disiparse nunca, así que puertas y ventanas cerradas a cal y canto y no abrir porque siquiera "al pomo de la espada y al cuento de las picas" debe ceder el postigo. Al polvo... ni agua; aunque ahora que lo escribo, un poco de agua en el corte impediría polvareda semejante, vamos, digo yo...


... sin discusiones con respecto al color; el de la plaza es blanco sucio...
Se nota que los obreros tienen ganas de rematar lo que emprendieron –hasta el jefe colabora– mientras uno esparce la arena que compactará definitivamente los adoquines, otro los va cortando a medida mientras un tercero remata incansablemente; pero siempre queda "algo" que obliga a dejar la tarea y retomarla tras haberla dejado para resolver lo que representara ese "algo", lo que quiera que fuese. Pero se nota que la obra languidece. Se diría que presiente su final.


Como hay poco de qué hablar en relación con la obra –a no ser que nos llame la atención la famosa placa que no ha aparecido aún– les traigo una fotografía de tiempos pretéritos en la que dos personajes que están tomando algo en un bar –en condiciones en las que hoy no podrían hacerlo- se comporta como si fueran amigos. Pero ha pasado algún tiempo desde que la foto fuera tomada y ahora son ellos los que mandan, aunque dudo de que, aún ahora, sean amigos. Quizás pudieran, desde sus altos cargos, enviarnos el plumero que necesitamos para desempolvar el Olmo. Porque tenerlo, ¡vaya si lo tienen! ¿no lo ven?

... y se les ve el plumero ...
Toni(n) el de "La Cuba"


miércoles, 20 de mayo de 2020

Adoquines. Casi terminado

Estamos hacia el final del trabajo que empezó allá por los finales del mes de abril. Dentro de cuatro días se  cumplirán los 30 del inicio.

... un trabajo minucioso ...
Lo que se ha terminado ha sido el cerco de adoquines al Olmo y ahora se están haciendo labores de detalle rellenando los huecos que han ido dejando las asimetrías. 

Es un trabajo minucioso y lento que exige concentración y buen pulso en quien lo realiza. Tengan ustedes en cuenta que antes de empezar con las tareas de remate y calculando  "a ojo de buen cubero" se han colocado uno a uno en la Plaza más de veinte mil adoquines. Y no sé cuantos en la Calle Mayor y las adyacentes.

Sigue, incesante, al aullido de las radiales en su rectificación quirúrgica y pulverulenta de las lineas grises que van a delimitar los cuadrados que tendrá el suelo de la Plaza.

Pero no vemos –y es cosa que nos tiene intrigados– la losa que estará frente a la fuente para "perpetua memoria". Al parecer había dos posibilidades que tendrán que ser estudiadas "ab eo qui curam comunitatis" –por los que tienen la responsabilidad, para decirlo en castellano de andar por casa. Una vez que se haya tomado la decisión, será colocada en su sitio. 

... tiene suficientes explicaciones ...
Confiemos en que la lápida contribuya a la belleza de la Plaza, aunque –a mi entender– no era necesaria. Ya tiene suficientes "pegatinas" el Olmo como para necesitar de mayor número de datos que expliquen lo evidente: una placa cerámica a la izquierda, el azulejo histórico con el nombre de la Plaza, la lápida de mármol con el nombre de Roque Pastor y la fecha de su plantación y otro aplique, al parecer de bronce, que atestigua que el nuestro fue el árbol de España en 2019. Pero, como decíamos los artilleros "el que manda no se equivoca y balas al cañón".

En el cuadrado en el que hay ahora un montón de arena se emplazará, según nuestras noticias, la placa con inscripción.

Hoy nos hemos enterado del frenazo de la Generalitat Valenciana que hace que nos quedemos en la fase 1 de la liberación. ¡Con las ganas que tengo de tomarme una tónica con ginebra –para quitarle el sabor a quinina, no piensen mal–  sentado en la Plaza bajo las ramas del Olmo!
Toni(n) el de "La Cuba"



martes, 19 de mayo de 2020

Adoquines. En modo quirúrgico

La vuelta al trabajo de ayer se ha visto reforzada por la presencia de más obreros que han emprendido la tarea de configurar la parte izquierda de la Plaza –siempre desde mi punto de vista como pregona el título de este cuaderno– para que haya simetría entre ambas mitades.

La técnica que están utilizando podríamos decir que es quirúrgica: para la mitad derecha se establecía previamente la separación entre cuadrados mediante un espacio gris que se medía y construía para que pudiera ser rellenado después con los adoquines de ese color que –no sé si se habrán dado cuenta ya, avezados lectores– no me gusta.

Ahora, con la parte izquierda –ya se hizo algún ensayo con la derecha– han decidido los que entienden de ésto, que es mejor rellenar un gran espacio y después cortar las superficies que delimitarán de gris los cuadrados de color que... de ese color.

Claro, que esto no es un quirófano y los cortes no tienen nada de asépticos y se pone todo perdido de polvo, de ese polvo que ponen de los nervios a las mujeres. Los que provocan esa polvareda van protegidos por mascarilla adecuadas para evitar que se les hormigonen los pulmones. Observen:


... no es niebla ...
Los trabajos prosiguen a pesar de que haya habido algunas inundaciones en casas por causa de las últimas lluvias y a consecuencia de que el nivel del pavimento de la calle Mayor... ha crecido, que el hombre propone...

Es curioso que no haya advertido una avalancha de gentes queriendo reunirse, hacer comidas, socializar, como dicen ahora a estar con otros. Seguramente lo estamos dejando para acostumbrarnos a la novedad. 

La obra languidece –queda ya poca tarea pero minuciosa– y las posibilidades de informar a través de este balcón también. No sé que voy a hacer cuando esté todo terminado...
Toni(n) el de "La Cuba"

lunes, 18 de mayo de 2020

Adoquines. Lunes ¡la Liberté!

No crean ustedes por el título de esta entrada es que esté volviendo a los tiempos de la Revolución Francesa; no estamos terminando Floreal y a punto de entrar en Pradial; estamos en Fase 1. El señor Puig ha demostrado al señor Sánchez y a SalvadorIlla que estamos ya en sazón y podemos movernos. Por cierto que esta mañana me he desplazado a La Fe, con visita programada, cambio de provincia, etc. provisto del "paperet" –a partir de ahora lo del "paperet" será muy habitual, una especie de "fe de vida" de la época anterior, cuando el "innombrable" jejeje–  y no ha habido autoridad alguna que me haya demandado nada ni a la ida ni a la vuelta.

Bueno, a lo que vamos. La obra –no confundir con la "Obra"– cuenta con un solo obrero, José, el guatemalteco, que tengo la impresión de que es un oficial en el rango de la empresa, porque se encarga de los trabajos más delicados; una persona asequible y cordial que va siempre unos pasos por delante de las necesidades del trabajo y que se relaciona bien con sus jefes y con sus compañeros. Está rematando detalles mientras espera la llegada de algún material que falta. Va y viene, mide, se desplaza, corta... a lo suyo sin que nadie haya de darle órdenes.

... José sabe lo que tiene que hacer y lo hace...
Es decir, que hay personas en las que se puede confiar porque van a comportarse bien independientemente de la situación, el lugar o la circunstancia en la que se encuentren. 

Hay otras, en cambio, que no tienen el respeto que se debe tener con las cosas, con todo, y de una manera especial con lo que es patrimonio de todos, con lo que pertenece al conjunto de la ciudadanía.

Llegados a este punto, seguro que alguno de entre los que me leen habrá pensado "ya está Toni(n) con sus monsergas"; pues sí, estoy con una monserga que he advertido en cuanto he llegado de Valencia y que ofrezco a todos ustedes para que no quepa duda de lo que digo porque es una primicia mundial de gran alcance que no podemos sino deplorar por lo que significa: se trata del primer chicle manchando los adoquines aún antes de que la obra haya sido rematada.

... ofensivo, sucio, impúdico, el primer chicle ...
No me cabe duda de que procede de la boca de algún tierno infante cuyo responsable no se ha dado cuenta de que lo escupía, pero con los niños –con los perros también– hay que tener un cuidado exquisito por parte del que los saca a pasear, porque suelen dejar "recuerdos imperecederos" donde uno menos lo piensa.

Y es una pena porque esos "recuerdos" dan idea del talante de una sociedad, blandita, acomodaticia –"son niños", dicen. Pues por eso mismo hay que educarlos, hacerles ver que lo que es de todos ha de ser respetado por todos– y que antepone la comodidad a los deberes cívicos. Como no tengo ni niños ni perros, me despacho a gusto en este asunto porque total, para el caso que me hacen...

Hay veces que nuestros ojos nos juegan alguna que otra mala pasada. Vean:
... la piel de algún saurio ...
No es la piel de algún saurio, ni un cuadro digno de figurar en Arco o cualquier otra galería similar. Habría de ser el gran panel que adornara el vestíbulo de entrada a las oficinas de una empresa de obras públicas, porque es una foto de los adoquines grises –unos secos y otros no– sobre los que se extenderá la arena amarilla. Si alguien lo pinta y lo firma cobra "un pastón" por él.
Salud.
Toni(n) el de "La Cuba"