domingo, 21 de enero de 2018

Autonomías ¡uf!

Hoy no tengo ganas de escribir ni de argumentar, así es que me limitaré a preguntarme –y a preguntar a los que me lean– acerca de lo que me viene preocupando desde hace mucho tiempo:
  • ¿Hay alguien que crea que las autonomías –salvando las distancias de tipo político– han mejorado en algo al estado centralizado?
  • ¿Sabe usted que cada autonomía puede legislar en diferentes materias y que esa legislación puede ser diferente de la de la misma materia en la autonomía vecina?
  • ¿Alguien cree que lo que ha pasado en Cataluña hubiera podido pasar en un estado centralizado?
  • ¿Por qué pueden haber tantas policías diferentes como comunidades autónomas?
  • Si cada comunidad autónoma pone los sueldos que quiere a sus funcionarios, ¿no constituye este hecho una hipoteca para el estado central por lo de los “agravios comparativos”?
Terminaré con lo de siempre:

Estamos quemando en la hoguera de las vanidades políticas la aportación de todos al Estado y obtenemos humo de ese incendio. Apaguémoslo antes de que sea tarde.
Toni(n) el de "La Cuba"

DELENDA EST AUTONOSUYAS

Ayer me manifestaba claramente en contra del Estado de las Autonomías y algún amigo que leyó el texto me dijo que lo que procedía en el caso de España era un Estado Federal. 
Con todos mis respetos tuve que manifestarle que eso era lo mismo que salir del fuego para caer en las brasas. Ya sé que eminentes políticos como el Sr. Sánchez y otros antes que él –tal que el Sr. Rodríguez Zapatero– se han mostrado de acuerdo con esa forma de Estado, lo cual me reafirma en mi opinión de que es mala.
¿Y por qué esa manía de los padres de la Constitución, primero y de los que les han sucedido después de buscar modificaciones a lo que estaba bien como estaba? A mí se me ocurren un montón de razones –todas malas de suyo– para responder a la pregunta:
  • Para buscar acomodo a los miles de criaturas que se necesitan para mantener unas estructuras tan grandes y tan poco eficaces.
  • Para que los políticos que no sirven para otra cosa encuentren un hábitat en el que poder establecerse y medrar.
  • Para satisfacer la ensoñación de unos cuantos iluminados que se quedaron en los dieciocho –años de edad mental y siglo– y que siguen creyendo en las supremacía de la raza y en la superior dotación genética –la suya, por supuesto– sobre el resto de los mortales del mundo mundial.
  • Porque se tuvo miedo –siempre es mal compañero, el miedo– de que la Constitución de 1978 no fuera aprobada.
  • Porque algunos historiadores, filólogos y patafísicos varios recompusieron los virgos de la Historia, la Filología y las diferentes Patafísicas –a buen precio– con el fin de que pasaran por mocitas teorías trasnochadas y desechadas por intelectuales serios.
  • Por oponerse a lo que defendía Fraga Iribarne, ya que, al parecer todo lo que se le ocurría a don Manuel “era herencia del franquismo”.
  • Porque los políticos que hubieran podido defender la forma centralista del Estado fueron, siguieron siendo y serán personas acomplejadas por el ataque de la izquierda en bloque afeándoles su nacimiento, formación y desarrollo en los tiempos en que Franco gobernaba en España.
  • Porque ahora parece que Franco lo hizo todo tan mal que hay que borrar hasta el último atisbo de su memoria sin respetar la verdad histórica que todo el mundo tiene derecho a conocer; unas veces para no repetirla y otras para enorgullecerse de ella.
  • Porque “a España no la va a conocer ni la madre que la parió” según una frase que hizo fortuna –para mal–  y que hay que aprovechar la  reforma de la Constitución para dos cosas:
  • La hoguera de las vanidades
    • lograr hacer una recentralización que es necesaria, realizada de manera paulatina, constante e incesante que deje sin sustento al independentismo y 
    • para que las  mujeres no tengan traba alguna para la sucesión a la Corona ni para cualquier otra cosa, porque el resto de las propuestas son ganas de seguir enredando.
  • Porque en algo se tienen que entretener las criaturas que nos gobiernan ya que es bien sabido que “cuando el diablo está ocioso, con el rabo mata moscas”. 
Y termino como lo hice ayer:
Estamos quemando en la hoguera de las vanidades políticas la aportación de todos al Estado y obtenemos humo de ese incendio. Apaguémoslo antes de que sea tarde.

Razones todas que expongo –y más que no digo– a la consideración de mis muy hipotéticos lectores por si tienen a bien manifestar su opinión en estas páginas.
Toni(n) el de  "La Cuba"

sábado, 20 de enero de 2018

DELENDA EST AUTONOMIAS

No hay mal que por bien no venga es un antiguo refrán castellano que me viene al pelo para comentar lo contento que me ha puesto leer en ABC de hoy, 20 de enero del año del Señor 2018, en artículo firmado por Alexis Romero que como consecuencia de la crisis catalana: “según el barómetro del Real Instituto Elcano, los ciudadanos que desean un Estado sin CCAA ha pasado del 9 al 21% en dos años”.
Tengo la impresión de que el Real Instituto yerra en su apreciación porque me parece que somos más los que desearíamos que desapareciera el Estado de las Autonomías. Y son varios los motivos que tenemos para desear su desaparición. Voy a intentar apuntar algunos aunque sé que me quedaré corto:

     
  • Esa forma de Estado ha servido para complicar los trámites administrativos que han pasado de ser uno para todo el territorio nacional a diecisiete –cada uno  diferente de los demás– en función de las competencias transferidas.
  • Otra de las "virtudes" de las Autonomías ha sido la de fomentar el independentismo que tanto mal ha acarreado, está acarreando y acarreará al Estado más antiguo de Europa. Se impone el "chocolate para todos".
  • El dispendio de recursos es evidente y ya ha habido algunas voces que se han alzado diciendo que es un lujo –innecesario e inútil, añado yo– que no podemos seguir manteniendo.
  • Las Autonomías más bien parecen “autonosuyas” porque cada una de ellas tira de la manta para taparse sin importarle dejar “in puribus” a las demás.
  • Las diferencias en la financiación de las llamadas “históricas” –como si las demás no tuvieran historia– y del resto entre ellas hacen que el reparto de los dineros sea motivo de discordia y aún de enfrentamiento de unas con otras.
  • Gracias a las autonomías hemos creado un Estado aquejado de elefantiasis en el que sobran miles de enchufes.
  • Se puede hacer más cosas con menos recursos de los que gastamos y hacerlas mejor.
  • Justicia, Educación, Sanidad y Hacienda funcionarían mejor sin tanta competencia transferida. Y este funcionamiento mejor sería más justo para los ciudadanos.
  • La Diputaciones Provinciales serían suficientes para administrar cada provincia sin necesidad de Concellos, Juntas, Consejos, “Generalitats” y otras formas de autogobierno que no hacen sino rizar el rizo de la burocracia.
  • Con el ahorro que supondría la implantación de un Estado Centralizado, España pagaría su deuda externa en poco tiempo y no necesitaría endeudarse para pagar las pensiones miserables que se pagan a los españoles. Hagan cuentas.

Estamos quemando en la hoguera de las vanidades políticas la aportación de todos al Estado y obtenemos humo de ese incendio. Apaguémoslo antes de que sea tarde.
Toní(n) el de la "Cuba"

Cosas de la tecnología

Pues sí, señores; los Reyes me han traído una libreta electrónica de esas que on capaces de almacenar más libros de los que seré capaz de leer en lo que me queda de vida. Incluso me atrevería a decir que más de los que haya sido capaz de leer en toda mi vida.
Los cachivaches que ha sido capaz de traernos la informática son atractivos y funcionan la mar de bien. El mío tiene el aspecto "retro" de una vieja libreta de notas, cosa que proclama con un título en inglés –del empleo del inglés a troche y moche, –incluso cuando no es necesario– habrían de ocuparse personas más cualificadas que yo, pero a lo que iba. No es la primera libretica de este tipo que utilizo; hace ya años tuve otra que debe andar olvidada por algún cajón de objetos electrónicos desechados a partir del momento en que fue sustituida por algún invento que me permitía hacer lo mismo desde el ordenador. Qué ha impulsado a los Reyes a dejarme este nuevo aparato no lo sé, pero ya que lo tengo aquí, lo aprovecho.

El cachivache tiene trampa porque puedes descargar cualquiera de los libros que Amazon pone a tu alcance –que son miles y de todos los temas– de manera fácil, cómoda y casi insensible para el bolsillo porque se carga en cuenta y los precios son más bajos que los de los libros “de verdad”. 
Los defensores de esta manera de leer aducen las numerosas ventajas que tiene el invento: apenas ocupa espacio, puedes saltar de un libro a otro cuando quieras, sin que se te pierda el lugar en que te habías quedado, la iluminación de la pantalla consigue que puedas leer en cualquier lugar aún en ausencia de luz suficiente, se protegen los bosques… ¡Ah! y tiene una batería capaz de aguantar días sin necesidad de recarga y sin que se deteriore la calidad de lo que se ve en la pantalla. 
Los detractores esgrimen razones más sentimentales: el libro es un objeto bello, les gusta el tacto de las hojas, su olor, contamina menos porque las libretas éstas tienen componentes electrónicos en cuya fabricación intervienen procesos y elementos que arroja a la atmósfera sustancias que contribuyen al calentamiento global; una pus, oiga.
Así es que lo dejaremos en empate porque nada hay escrito acerca de gustos.
Como es lógico, apenas he abierto el paquetito me he puesto a enredar con el chisme –en el que han aparecido misteriosamente los libros que tenía en mi biblioteca del ordenador– y , cosas del consumismo, he comprado un libro de Umberto Eco, “De la estupidez a la locura” cuya reseña me ha atraído y he caído en la trampa de empezar a leer en un avance del contenido que arteramente dispone el vendedor para que te enganche y no puedas pasar sin conocer lo que viene detrás de lo de delante… Y aquí me tienen, leyendo al maestro Eco que entra a reflexionar acerca de las cosas que aquejan a nuestro tiempo, la excesiva información mal digerida, las prisas, el agobio de los “media”, las redes sociales, los políticos, las políticas de los políticos y todos los otros asuntos  que ocupan a la sociedad moderna y que incluso pueden llegar a preocuparnos.
Cosas de la tecnología.