miércoles, 23 de noviembre de 2016

De las minorías hasta aquí

La democracia es una de las cosas más divertidas que existen y perdonen ustedes la licencia al adjetivar. Lo que hace así de divertida a esta opción política es que da todas las ventajas a sus enemigos en una especie de actitud gloriosa mediante la que se siente a salvo de todos los ataques habidos y por haber; ella está “au-dessus de la mêlée” como dicen nuestros vecinos franceses. Y esa presunción nos resulta cara.
Creo que será suficiente con examinar algunos ejemplos que estamos viendo todos los días en nuestro propio país y en otros del entorno para que nos demos cuenta de que lo de “el gobierno de las mayorías con respeto profundo a las minorías” es una falacia.
Acabo de ver imágenes de los desmanes que están causando los hoolligans ingleses en Marsella y se me ha ocurrido reflexionar acerca de ellos: de los desmanes y de los hoolligans:
Me ha llamado la atención, sobre cualquier otra cosa, contemplar cómo uno de estos “aficionados” gastaba “bromitas” golpeando el escudo de un policía en una actitud de clara burla hacia el reperesentante de la autoridad. Si el agente hubiera respondido a la provocación con un mamporro se hubiera llevado mi aplauso y supongo que el de muchas personas más que no se atreven a manifestarlo en público; pero también le habrían caído “las del pulpo” por “abuso de fuerza”. Y aquí viene la conclusión: pagamos a las fuerzas de seguridad para que nos defiendan y les limitamos tanto su capacidad para defendernos que no pueden cumplir con lo que les tenemos encargado.
Todo el mundo –la mayoría de los que vemos las noticias– estamos asombrados de los disturbios que han ocasionado los “okupas” en Barcelona donde parece ser que encuentran el caldo de cultivo adecuado para proliferar. Una acción policial de cerco y posterior de identificación y detención a los insociables que originaron los desaguisados hubiera sido una clara medida de higiene democrática que hubiera devuelto la confianza y la tranquilidad a los vecinos de la zona a mucho menor coste que el que han supuesto los desperfectos, pérdidas económicas y deterioro de la imagen de la ciudad; pero los mandos policiales están sujetos a la obediencia a los políticos y éstos son –a fin de cuentas– los que hasta no hace mucho tiempo “okupaban” edificios ajenos como acción reivindicativa de no sé bien qué.
Está claro que estas cosas suceden porque asociaciones de minorías con algunas coincidencias en su ¿ideología? han unido sus votos para ir contra el sistema. No son capaces de ponerse de acuerdo entre ellos más que para ir “contra” lo que sea y aunque aquello a lo que se oponen sea la mejor de las soluciones posibles para algunos problemas, no cejan en tratar de imponer de grado o por la fuerza sus criterio minoritarios a una mayoría que no se atreve a chistar unas veces por miedo, otras por vergüenza y las más por cobardía.
De esta manera nos encontramos con gentes que obtienen ventajas de no obedecer las leyes y con otras gentes que se ven perjudicadas porque las leyes que acatan no los defienden o –por ser muy puristas– tardan en obtener la justa satisfacción a sus reclamaciones. Uno empieza a entender alguna de estas cosas cuando contempla que la señora Carmena ha sido juez en ejercicio y que su talante y supongo que sus criterios son, al menos en mi apreciación, muy peculiares.
Tenemos, por desgracia, una sociedad cobarde y acomodaticia cuyos valores son el confort, el bienestar y la ley del mínimo esfuerzo, cosas todas que vienen de un movimiento pendular desde el sacrificio, el trabajo, la hombría de bien y la compensación al esfuerzo que se produjo durante el tardo franquismo que –en materia de empleo y en consecución de cotas de bienestar impensables para los más– dio lecciones de lo que se podía hacer: ¿con el turismo? con el turismo; ¿con la emigración? con la emigración; pero la gente empezó a acceder a segundas viviendas, a coche propio y a tener unos ahorrillos en el banco con la tranquilidad de que estaban bien seguros. ¿Qué es lo que faltaba? Al decir de los políticos actuales, jaleados por los medios de comunicación –que son parte interesada– faltaba libertad. Y empezó una carrera desmadrada hacia un empacho de libertades hijos de las cuales son bastantes de los vicios y los defectos que contemplamos ahora con estupor como si se nos hubieran aparecido de pronto y sin avisar. 
La libertad para “meterse” cualquier sustancia –“consumo propio”, le llaman–, la sexual, la de gritar lo que cada uno  quisiera, la falsa libertad de que cada uno podía hacer lo que le diera la gana con la excusa de que –en extraña construcción gramatical– estábamos “en democracia”, la libertad de estudiar o dejar de hacerlo, la de que no hay autoridad que pueda coartar la apetencia de cada cual ha sido la culpable de la situación con la que hemos de lidiar.
Sin educación, sin principios, sin valores y por tanto sin criterios, hemos ido dando tumbos en una carrera imparable hacia el desastre con el que nos podemos encontrar a poco que nos descuidemos.
El pueblo –ese que no se equivoca cuando conviene a los políticos– glorifica a los que viven del cuento y los que viven de contarlo. La tele basura, la prensa basura, las actitudes basura han sido encumbradas hasta el ditirambo por los voceros de tanta porquería que no son otra cosa que los muñidores de la miseria moral de una sociedad que fué otrora fuerte, recia, y que se regía, sin saberlo, por dos principios: el de asertividad y el de resiliencia; porque todo el mundo conocía sus derechos y sabía que podía invocarlos siendo respondido de inmediato por la justicia y todos sabíamos que cuando alguna desgracia se cernía sobre nosotros éramos capaces de soportarla, aguantar y rehacernos.
Los medios de ¿comunicación? detentadores de opinión, gurúes de tres al cuarto y ganapanes rimbombantes han maleado, manipulado, pastoreado al pueblo que, en medio de una indigencia intelectual pavorosa es fácil presa para los que aparentan saber y no saben otra cosa que beneficiarse de lo que sus trapisondas les proporcionan. Ninguna ética coarta sus opiniones, ninguna estética informa sus actitudes.
Al socaire de este ambiente no faltan quienes desde la política, desde los negocios, desde su soberbia intelectual han aprovechado para pescar en las aguas turbias de este río revuelto. Que ningún ciudadano haga mal su declaración a Hacienda porque le caerá encima todo el peso de la Ley que parece no regir para los que se han llevado millones de euros de las arcas públicas sin el menor rubor y sin devolver uno solo de esos euros. Muchos casos de corrupción millonaria se han dado y se siguen dando todos los días sin que veamos una sola sentencia ejemplar ni sepamos qué se ha hecho con el dinero que se nos ha robado a todos. 
Una de las grandes vergüenzas que he pasado ha sido la audición del Himno de España –que a mí me representa– en el primer partido de la Selección Española de Fútbol contra la de la República Checa. Me ha dado vergüenza comprobar que en Toulouse, el Himno ha sido escuchado con respeto mientras que cuando suena entre nosotros es pitado, abucheado, no respetado. Una minoría –dicen– es la que hace eso; pues a esa minoría querría yo ver cómo se le mete en cintura; libertad de expresión –dicen– y entonces yo tengo la sensación de que quienes lo dicen no saben de lo que están hablando.
Otra minoría –infecciosa ésta– es la que ha aparecido como consecuencia del Estado de las Autonomías. No sé bien si para mantener ese Estado o para que el Estado les mantenga a ellos tenemos 300.000 funcionarios que, a “ojo piojo”, para cuarenta millones de españoles me parecen una desmesura. Los alemanes son ochenta millones de criaturas y se las arreglan con menos. Claro que para que la cosa siga nos crujen a impuestos: Para unas repàraciones cuyo coste es de 4.600 euros, tendré que pagar entre IVA y licencia de obra unos 1.150 euros. ¿Parece razonable? Yo creo que no.
“El debate a cuatro” ha sido más de lo mismo: cuatro señores, cada uno a lo suyo, cuyo objetivo es conseguir más votos que los demás para “sacrificarse por todos” como nuevos redentores y “salvar a España”. La especie de los salvapatrias no está en peligro de extinción, pero sí lo está la del “hombre honrado”. Ser político significa meterse en todos los charcos imaginables e inventarse otros para seguir teniendo barro en el que chapotear… o refocilarse.
Si se leen determinadas noticias termina por creer uno que lo que más preocupa a los “equipos” asesores es el maquillaje de los debatientes, el atuendo, si van a llevar –o no– corbata y los colores de la vestimenta. ¡Apañados estamos! Miríadas de asesores de imagen, expertos en comunicación, interpretadores de gestos, echadores de cartas, expertos en tarot, saltimbanquis, titiriteros, patafísicos y otras especies pululan por estudios de televisión, emisoras de radio, redacciones de periódicos y revistas para darnos su visión –siempre categórica, siempre acertada, siempre exacta– de lo que los mortales de a pie que tengan un poco de sentido común y un mucho de criterios elaborados, pueden interpretar sin ayuda externa alguna. Es claro que las elucubraciones de la caterva de “expertos” que acabo de enumerar son válidas para esos otros mortales de a pie a los que la LOGSE ha empitonado de lleno y que serán convenientemente pastoreados por los prados de los intereses de éste o aquél partido político dependiendo de cuál sea el que pague al pastor.
No debemos olvidar que los políticos jóvenes son producto de la LOGSE cuyos resultados todos conocemos. Nada menos que el 75% de los que nos piden el voto para gobernar el Estado han sido educados en los principio de la peor de las leyes de educación que hemos tenido en el país y que como consecuencia de ello se oponen a la cultura del esfuerzo, del trabajo y del rendimiento, de manera que prefieren “dar pescado” a “enseñar a pescar” Son las consecuencias de deseducar a la ciudadanía y el mejor ejemplo de “pan y circo” desde los romanos.
Es evidente que un pueblo no educado es mucho más fácil de pastorear que un pueblo que tenga criterios; a éste último se le gobierna, no se le pastorea porque, entre otras cosas no se deja pastorear. Por eso es por lo que los debatientes no se pondrán nunca de acuerdo en que la Educación es algo de interés nacional y se librarán batallitas de escuela pública o concertada en lugar de ponernos de acuerdo en qué objetivo persigue la educación y, una vez determinado, empezar a trabajar seriamente en todo el territorio nacional por la consecución de ese objetivo.
En lo que sí hay consenso es en que la prisión sirve para regenerar a los que están prisioneros por delitos cometidos. Acabo de leer una noticia en la que se informe de que un preso ha terminado su bachillerato con una nota excelente y pretende estudiar medicina. Magnífica noticia; pero ¿alguien se ha parado a pensar en que un delincuente encarcelado recibe mejor trato y tiene más confort que un padre de familia con hijos, honrado a carta cabal, que se haya quedado sin trabajo?
Una prueba más de lo faltos de criterio que estamos es el comentario de Camacho –un futbolista que jugaba en el puesto de defensa y partidario de la testosterona como solución de problemas–  que ha dicho que se tenía que dar permiso en el trabajo y en los colegios para que la gente animara a España –se entiende que al equipò de fútbol, que no hay que confundir– en la competición por el campeonato de Europa. El señor Camacho, con todos mis respetos, confunde realidad con ficción porque: ¿va a desplazar a todos los seguidores que verán el partido por telvisión a los lugares en los que se jueguen los partidos? y, si no es así, ¿cuál será la misteriosa fuerza telúrica que llevará el ánimo hasta las mentes y los corazones de nuestros esforzados y mejor pagados representantes deportivos? ¿habrá descubierto el señor Camacho un nuevo elemento transmisor de sentimientos? ¿será el descubridor de una nueva metempsicosis? ¿la hará revivir?¿habrá conseguido meter en el corazón y en la garganta de cada uno de los aficionados presentes los de diez de los ausentes? Creo que el gobierno en funciones habría de consentir en lo que propone el antiguo seleccionador nacional de “fúrbol” no vaya a ser que nos perdamos el descubrimiento de la era por no apoyar una mínima experiencia de I+D+i.
Cuando escribo estas cosas que escribo y me refiero a “nosotros” lo hago pensando sobre todo en los españoles, pero no crean que por ahí en nuestro alrededor atan los perros con longanizas. No sé si es fruto del buenismo del que hablaba un par de folios más arriba al referirme a los que mandan a las fuerzas de orden público o a que son  nuevos aires de nuevos tiempos, pero las actitudes de los “aficionados” rusos, ingleses, franceses, no son modélicas precisamente. ¿Hay “álguienes” que se dedican a sembrar inquietudes entre las gentes de bien?¿hay un complot internacional que pretende mediante acciones violentas inducir al miedo? La pregunta que habríamos de hacernos todos es ¿por qué hemos llegado a tener una parte de la sociedad tan violenta y otra parte tan floja? Fíjense en la tele; no hay telefilme en el que no aparezca un arma de fuego y en muy pocos aparecen los protagonistas leyendo libros; los comentaristas deportivos, esos genios del balón “dividido”, de “el mismo (sic) área”, del jugador “que se escurre” –literal– plantean sus comentarios en clave de violencia: “hacer daño” es una frase que se repite, para mi gusto demasiado a menudo, en los comentarios de algo que habría de ser puramente deportivo. Lo peor es que como quiera que los que lo dicen copian frases unos de otros, el concepto “hacer daño” se extiende como algo deseable que consiga realizar el equipo de nuestros amores.
Y ya, metidos en fútbol y en sus derivados, vemos cómo Francia, la intelectual Francia, la Francia exquisita, la Francia antorcha de Europa está siendo tomada por la policía que se ve impotente para contener furias de “aficionados” … a la cerveza que se empeñan en demostrar con hechos que la teoría de la Europa unida, fraternal en la diversidad y todas las cursilerías que quieran poner ustedes a continuación no es otra cosa que un buen deseo.
Así, mientras nos disponemos a ver el partido contra los turcos entre España y Turquía, algunos refugiados estarán intentado llegar a las costas del norte del Mediterráneo… aunque habrá muchos que no lo conseguirán y el mar devolverá sus cadáveres hinchados a las playas en las que otros seres humanos –cuyo único mérito es haber nacido en un país rico– tomarán el baño durante sus vacaciones de este verano. No me gusta la imagen.
Otra cuestión que empieza a ser preocupante es la de la invasión del inglés en nuestro idioma. ¿Los culpables? los publicistas papanatas que a troche y moche siembran de palabras  del idioma de los del “brexit” sus anuncios porque creen que así “venden” más. El papanatismo y la falta de criterios del gran público –al que tiene entontecido la televisión– han hecho el resto. Pero no sólo ese papanatismo sino el de los “creadores” que son incapaces de manejar la riqueza de nuestro idioma de manera coherente. Llegará el momento en el que el “spanglish”, o como se escriba, sea un idioma, pero habrá que procurar que eso ocurra sólo en los EUA por el bien de nuestro idioma. A mayor abundamiento, TVE, a la que habría que quitar la E se entretiene en llevar canciones a esa magnífica horterada que es Eurovisión cantadas en inglés, ¿quieren una claudicación mayor? Si nunca ganamos el festival, ¿a qué empeñarse en cantar cosas que el muchostantos por cien de españoles no entendemos? Más nos valdría presentar un buen producto televisivo –eso es ahora Eurovisión, que no un concurso de canciones– realizado en español por españoles y dejarnos de tanto gross rating point, branding, backstage, input, planner, timing, streetmarketing y tantos otros “palabros” que pueden decirse en nuestro idioma cuya riqueza léxica es incuestionable… por el momento; pero como no la conocemos ni levantamos una lagartija del rabo en el conjunto de las naciones que pintan algo, habremos de resignarnos a nuestra suerte.
Lo de la salida de Inglaterra de la UE es algo que cada cual interpretará como le parezca mejor. Yo prefiero no estar con un socio que no me quiere; pero Draghi lo ha dicho más claro que nadie: “Fuera es fuera”. Por lo tanto, como dirán los hijos de la Gran Bretaña “el Continente aislado de Inglaterra”. Lo cierto es que me alegro de no tener que soportar las miradas por encima del hombro de los tontolabas de Inglaterra que parece que hayan salido de la pata del caballo del Cid. No han sido otra cosa que gentes aprovechadas que han hecho de su manera de vivir un modelo de mercadotecnia –que no de “marketing”, que es palabra bárbara– que han vendido a todo el mundo. La RAE haría bien en ir espurgando de palabros derivados del inglés sus diccionarios para no tener que soportar la insufrible invasión de los términos que usan los gilipollas de turno: políticos, financieros, publicistas y otras especies raras. Habría que empezar por pasar de lo políticamente correcto a lo racionalmente necesario, pero con prisas, en caliente, sin dar tiempo a que el enojo se enfríe.
Es muy probable que nos esperen tiempos de penuria que nuestra blanda sociedad compuesta por individuos hartos de todo no va a ser capaz de digerir, pero eso, si no mata, hace más fuerte. Desde antes de la caída del Imperio Romano, cuando los lechosos aún andaban en taparrabos, los hijos de la rubia Albión se han dedicado a apoderarse de lo de los demás, unas veces por la fuerza y otras forzando el derecho al que siempre han interpretado en clave de conveniencia. En los negocios que el resto del mundo ha mantenido con ellos siempre han salido gananciosos. Ahora tenemos el temor de que su nueva orientación nos empobrezca; creo que no hay que temer porque durante todo el tiempo que llevamos negociando con ellos no nos hemos enriquecido. Hay que empezar por ponerlos en su sitio incluso desde nuestra posición de partida de desventaja debida a que ellos han robado mucho, desde tierras hasta mares pasando por fortunas de otros. Y si  no me creen, lean la Historia de verdad, no la que han ido imponiendo ellos al socaire de que sus hisatoriadores, sus científicos, sus sabios eran mejores historiadores, mejores científicos, más sabios que los de los demás.

En eso no les falta razón, porque casi todo el resto de europeos –particularmente los españoles– les hemos dejado el balón del esfuerzo, del estudio –“que inventen ellos”– y de la perseverancia; aquí nos hemos dedicado a improvisar fiádonos del genio y sin pensar que el genio es “un diez por ciento de inspiración y un noventa por ciento de transpiración” como me han contado que dijo alguien.

Energúmenos


Habría que hacer una taxonomía del energumenismo en la que se incluyeran todas las clases de especímenes que pueblan la escala evolutiva.
Al referirnos a ellos solemos representárnoslos como personas que vociferan entre grandes aspavientos mientras insultan al mortal que tienen delante y lo apabullan tanto con la potencia de sus voces cuanto con su actitud agresiva y esos podrían ser el primer escalón, el más próximo al animal y –quizás– el que menos maldad entraña. Suele ser el reventador de reuniones, el voceras que se destaca por el volumen del sonido de sus expresiones … y por su falta de razonamiento para apoyar lo que grita. Es el que en cualquier reunión aparece como el impartidor de consignas, de los ¡viva! y ¡muera! que toque en cada caso, el que insulta sin motivo aparente que lo ligue con el insultado y el que se escuda en la masa para creer que tiene poder. Podríamos clasificarlo como el energúmeno “público”.
Pero no es éste el único energúmeno que habría de entrar en nuestra clasificación; este energúmeno público es apenas un aprendiz de la maldad que entraña alguno de los energúmenos no tan notorios: es un energúmeno “privado” el esposo, pareja, amante que anula a su esposa, pareja, amante, destrozándole la autoestima y manipulando la personalidad de quien empezó a estar con él por ese riego de hormonas en sangre que hemos dado en llamar amor cuando la juventud hacía estragos en su organismo. Es ésta una especie particularmente peligrosa pporque no da la cara hasta que ha logrado destrozar la vida de la otra persona apabullándola en principio con su fuerza y luego con la imposición y el terror que causa en la otra que, de pronto, se da cuenta de que su vida es peor que la esclavitud porque aparentemente todo es normal para los demás en las relaciones con el energúmeno y la cobardía de éste hace que su lacra no sea conocida por quienes rodean a la pareja.
No obstante lo antes dicho, el energúmeno “privado” puede ser ella y no voy a llamarla “energúmena” porque no es el género lo que determina la maldad sino la actitud del ser que la pone en evidencia. También es energúmeno “sutil” la fémina que atormenta a su pareja haciéndole ver las carencias y las limitaciones de su comportamiento constantemente, permanentemente, insistentemente sin pensar en que ése es el carácter de la persona que convive con ella y que en lugar de atormentar podría tomar la decisión de seguir un camino distinto en la vida que el que le liga a ese ser.
Hay otros energúmenos públicos que se dedican a negar el pan y la sal a una persona que “aparentemente” ha tenido un comportamiento no ético. Son los que dan carnaza a la prensa para que ésta llegue a aplicar la pena de telediario al supuesto infractor de las cosas de la ética. De éstos los hay abundantes e insistentes. Son los que no piensan –o si lo piensan les importa un pito– que hay personas que lo único que tienen es su honra; quizás sea porquye lo de la honra se la trae al pairo a estos energúmenos. Éstos, los  energúmenos “tapados” son los que mueven a los energúmenos “públicos” a manifestarse como se manifiestan en cuanto tienen la ocasión. Suelen habitar en las inmediaciones del poder público y los hay de todos los colores aunque predominan los de colores cálidos, quizás porque a los de colores fríos les cuesta más moverse dada la temperatura.

Por último –sin pretensiones de ser exhaustivo, ni de pontificar– están los más peligrosos, los “sibilinos”; éstos no dan puntada sin hilo, tergiversan lo que le preguntan para responder lo que les da la gana para seguir emitiendo su mensaje fétido que, de repetido, llega a calar en las mentes más débiles, de los que no son capaces de elaborar por sí mismos un discurso coherente. Reparten su veneno con cara estólida y maneras monjiles esperando que se les responda alguna vez como se merecen para transformarse en víctimas y concitar la animadversión de los ciudadanos “papamoscas” hacia los que no piensan exactamente igual que ellos. Pontifican y dan etiquetas de uno u otro signo sin más autoridad que la de su capacidad embaucadora de serpiente venenosa. Se ponen “moraos”.
Ésta es sólo una aproximación a la taxonomía y animo a quienes quieran ampliarla a aportar sus ideas. Publicaré todas las que me gusten.

Toni(n) el de “La Cuba”

viernes, 18 de noviembre de 2016

Una puntualización


 Siento la necesidad de aclarar algo que, a mi entender, debo poner en negro sobre blanco para que no haya malas interpretaciones posteriores.
Lo hago a título personal y como persona individual no obstante atañer lo que quiero aclarar al colectivo “Grupo de Lectura de Navajas”.

Como es sabido, esta asociación ha venido realizando actividades a lo largo del año que han tenido eco entre la población de aquí y entre nuestros visitantes. De esas actividades he participado y pienso seguir participando en tanto en cuanto no se me coarte la libertad ni el espacio necesario para seguir “haciendo cosas”.

El motivo de esta aclaración es puntualizar acerca de parte del contenido del folleto que “Alternativa por Navajas” ha publicado con motivo de la Asamblea que realizó el pasado domingo día 13 de noviembre.

Como se podrá apreciar en la fotografía que adjunto a estas líneas –la cual figura en la segunda página del folleto citado–  se enumeran las actividades realizadas en Navajas durante el verano pasado.

La portada del folleto –la primera página– indica bien a las claras que su contenido trata de algo que se relaciona directamente con “Alternativa por Navajas” como se puede ver en la foto que inserto al margen.

         De esas dos circunstancias se podría deducir que todas esas actividades las ha realizado el grupo de Gobierno del Ayuntamiento y, por tanto, que –en la parte en la que mi participación ha existido– he estado colaborando sólo con una parte del Ayuntamiento y no con todo él; por eso quiero dejar claro que mi participación ha sido siempre con el Ayuntamiento de Navajas, con todo el Ayuntamiento, sin exclusión de ninguno de los grupos políticos que lo conforman. Así lo he venido haciendo desde siempre y así espero poder seguir haciéndolo en el futuro.

Toni(n) “El de la Cuba”