miércoles, 23 de noviembre de 2016

Energúmenos


Habría que hacer una taxonomía del energumenismo en la que se incluyeran todas las clases de especímenes que pueblan la escala evolutiva.
Al referirnos a ellos solemos representárnoslos como personas que vociferan entre grandes aspavientos mientras insultan al mortal que tienen delante y lo apabullan tanto con la potencia de sus voces cuanto con su actitud agresiva y esos podrían ser el primer escalón, el más próximo al animal y –quizás– el que menos maldad entraña. Suele ser el reventador de reuniones, el voceras que se destaca por el volumen del sonido de sus expresiones … y por su falta de razonamiento para apoyar lo que grita. Es el que en cualquier reunión aparece como el impartidor de consignas, de los ¡viva! y ¡muera! que toque en cada caso, el que insulta sin motivo aparente que lo ligue con el insultado y el que se escuda en la masa para creer que tiene poder. Podríamos clasificarlo como el energúmeno “público”.
Pero no es éste el único energúmeno que habría de entrar en nuestra clasificación; este energúmeno público es apenas un aprendiz de la maldad que entraña alguno de los energúmenos no tan notorios: es un energúmeno “privado” el esposo, pareja, amante que anula a su esposa, pareja, amante, destrozándole la autoestima y manipulando la personalidad de quien empezó a estar con él por ese riego de hormonas en sangre que hemos dado en llamar amor cuando la juventud hacía estragos en su organismo. Es ésta una especie particularmente peligrosa pporque no da la cara hasta que ha logrado destrozar la vida de la otra persona apabullándola en principio con su fuerza y luego con la imposición y el terror que causa en la otra que, de pronto, se da cuenta de que su vida es peor que la esclavitud porque aparentemente todo es normal para los demás en las relaciones con el energúmeno y la cobardía de éste hace que su lacra no sea conocida por quienes rodean a la pareja.
No obstante lo antes dicho, el energúmeno “privado” puede ser ella y no voy a llamarla “energúmena” porque no es el género lo que determina la maldad sino la actitud del ser que la pone en evidencia. También es energúmeno “sutil” la fémina que atormenta a su pareja haciéndole ver las carencias y las limitaciones de su comportamiento constantemente, permanentemente, insistentemente sin pensar en que ése es el carácter de la persona que convive con ella y que en lugar de atormentar podría tomar la decisión de seguir un camino distinto en la vida que el que le liga a ese ser.
Hay otros energúmenos públicos que se dedican a negar el pan y la sal a una persona que “aparentemente” ha tenido un comportamiento no ético. Son los que dan carnaza a la prensa para que ésta llegue a aplicar la pena de telediario al supuesto infractor de las cosas de la ética. De éstos los hay abundantes e insistentes. Son los que no piensan –o si lo piensan les importa un pito– que hay personas que lo único que tienen es su honra; quizás sea porquye lo de la honra se la trae al pairo a estos energúmenos. Éstos, los  energúmenos “tapados” son los que mueven a los energúmenos “públicos” a manifestarse como se manifiestan en cuanto tienen la ocasión. Suelen habitar en las inmediaciones del poder público y los hay de todos los colores aunque predominan los de colores cálidos, quizás porque a los de colores fríos les cuesta más moverse dada la temperatura.

Por último –sin pretensiones de ser exhaustivo, ni de pontificar– están los más peligrosos, los “sibilinos”; éstos no dan puntada sin hilo, tergiversan lo que le preguntan para responder lo que les da la gana para seguir emitiendo su mensaje fétido que, de repetido, llega a calar en las mentes más débiles, de los que no son capaces de elaborar por sí mismos un discurso coherente. Reparten su veneno con cara estólida y maneras monjiles esperando que se les responda alguna vez como se merecen para transformarse en víctimas y concitar la animadversión de los ciudadanos “papamoscas” hacia los que no piensan exactamente igual que ellos. Pontifican y dan etiquetas de uno u otro signo sin más autoridad que la de su capacidad embaucadora de serpiente venenosa. Se ponen “moraos”.
Ésta es sólo una aproximación a la taxonomía y animo a quienes quieran ampliarla a aportar sus ideas. Publicaré todas las que me gusten.

Toni(n) el de “La Cuba”

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