domingo, 15 de noviembre de 2015

Atentados y terroristas

Es imposible sustraerse a la tentación de escribir acerca de los atentados de París y como siempre se ha dicho que lo mejor para vencer a la tentación es caer en ella voy a ponerme a la faena.
Creo que la causa de los tiroteos, de los suicidas, de las muertes, no es otra que la locura de unos y la permisividad de otros que han estado mirando hacia otra parte en nombre de no sé qué derechos. El primer derecho, la primera obligación de cualquiera es mantenerse vivo y el primero de los instintos es el de la supervivencia; voy a ir más lejos aún: mantenerse vivo es la primera obligación de cualquier ser humano y espero que nadie se escandalice por esta afirmación a la que se puede encontrar excepciones de amor filial, de sacrificio, que no son otra cosa que eso, excepciones.
Perdón por citarme, pero hace unos días escribía yo acerca de la masa y de los que la manejan. Ese es uno de los lugares en los que debemos buscar causas de estos comportamientos de animal en seres humanos de los que no sospecharíamos nada al cruzarnos por la calle con ellos. Y digo “buscar causas” porque no es una sola la que motiva a los asesinos. 
Además de un supuesto odio de origen religioso, en el que no creo demasiado, habrá que indagar en el envenenamiento de las mentes de los suicidas que se inmolan con un cinturón de explosivos alrededor del cuerpo yendo en contra del principio de supervivencia del que escribía más arriba. Prueben a hacerse una herida voluntariamente y comprenderán de qué les hablo. Nadie, ni siquiera los psiquiatras, son capaces de explicar un comportamiento tan irracional: leo en “El Mundo” firmado por José Cabrera Forneiro, psiquiatra forense: “..es decir pura y simplemente limitación de la conciencia del asesino, y pérdida completa de su libertad, bajo máximas presumiblemente de una religión mal entendida, y mal aplicada, que se enfrenta a los millones de personas con la misma religión pero compenetrados lealmente con la sociedad en la que viven”.
Habrá que seguir indagando en los recovecos de la mente de todos, pero de una manera especial en los de las mujeres que se van por propia voluntad a engrosar las filas de los que esparcen el terror para servir de criadoras de nuevos terroristas en contra de la tendencia de la sociedad moderna que da cada vez más autonomía a la mujer. Para mí es un auténtico misterio comprobar que un día sí y otro también mujeres jóvenes, criadas y educadas en nuestra sociedad occidental deciden ponerse el burka y largarse dejando atrás familia, amigos, comodidades, para someterse a una vida llena de penurias que rayan en la esclavitud.
Por otra parte creo que la batalla —planteada en los términos en los que está ahora— la tiene perdida occidente. Se me antoja que éste es un partido de fútbol en el que un equipo juega exquisitamente, sin hacer una falta y el otro da patadas, juega el balón con las manos y no respeta el fuera de juego ni ninguna de las reglas. Perdón por el ejemplo que no pretende, ni de lejos, la trivialización del asunto.
Aún no estoy proponiendo jugar sucio, sólo digo que hay que echar mano del instinto de supervivencia porque “ellos” van a por todas y nosotros nos hacemos trampas en el solitario; porque “ellos” cada vez son más y nosotros hemos decidido ser menos; porque ellos se toman en serio y nosotros hemos hecho de nuestras creencias —incluso de las que están más fuertemente arraigadas en nuestro interior— una broma y luchamos contra ellas porque no nos parecen “políticamente correctas”.
Los atentados de Francia son un ejemplo claro de que occidente está siendo amenazado de una manera brutal y de que nadie puede sentirse totalmente seguro en ningún sitio.
Minuto de silencio en Navajas
Nosotros, los españoles, estamos en alerta cuatro y, al parecer, empieza todo el mundo a cerrar filas alrededor de la idea de que hemos de prevenir y defendernos de lo que nos amenaza. Bueno, no exactamente “todo el mundo” porque alguno, en nombre de no sé qué principios —que personalmente considero podridos— no se quiere sumar al pacto contra los terroristas. Ahí los franceses nos llevan ventaja y nos suelen dar “sopas con honda”. ¿Un ejemplo? Desde el estadio donde las pasaron “canutas”, salieron como una piña cantando su himno nacional; nosotros somos tan pobres en este aspecto… que no tenemos ni letra de un himno para cantar.

Toni(n) “el de la Cuba”

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