A un servidor le da, a veces, por informarse e intentar descubrir tendencias actuales del arte o a disfrutar de los objetos que emocionan. Porque creo que uno de los objetivos del arte es el de suscitar emociones y aquí podríamos entrar a discutir si ha de ser la perfección formal, el tratamiento de los temas, la manera de representar, el dominio del color, de la forma o la oportunidad del mensaje, entre otras muchas cosas, las que son capaces de suscitar esa emoción. Incluso si esa emoción ha de ser placentera o no.
Pero como el asunto puede llegar a ser muy amplio, para no aburrir voy a ceñirme a las artes plásticas y más en concreto a la escultura.
Ante la diversidad de criterios que he venido constatando entre los gurúes del mundo del arte, muchas veces me he sentido perdido en las dialécticas empleadas por los que habrían de contribuir a hacer que los profanos descubriéramos las claves de la creación artística. Tan desamparado me he llegado a encontrar que en un momento determinado me decidí por adoptar un criterio: lo que me emociona me basta como sinónimo de obra artística y lo que me deja indiferente no me vale.
En mi búsqueda me encontré con un escrito de Yvan Blot, un político y alto funcionario francés que me sirvió de mucho para tomar posiciones con respecto al asunto del que hablo. El señor Blot afirma que: “El arte tradicional, en la mayor parte de las épocas y de los países representa, generalmente, los cuatro temas que constituyen, según Heidegger, el “mundo” de los hombres.” ; para hacerlo corto, resumiré que esos cuatro grandes temas son: la Divinidad, el Hombre, la Naturaleza y los Ideales de la Sociedad. Me detengo aquí por no tener que iniciar una larga explicación acerca de lo que digo. si alguien lo quiere no tiene más que decírmelo y podemos establecer una conversación acerca del texto del señor Blot.
Creo con el autor citado que, desde la desaparición de los mecenas del Renacimiento, de los grandes artistas plásticos, sobre todo entre los escultores, es más difícil vivir de su trabajo artístico de creación; excepto algunos que están en la mente de todos, el resto ha tenido que dedicarse a la docencia, a salidas laterales del acto creativo o —por decirlo de otro modo— a compaginar su actividad artística con otras que les procuraran el sustento, aunque excepciones hay a este aserto. Así es que, a falta de mecenas, los artistas han de vivir de las representaciones monumentales con las que los políticos procuran poner de relieve su ideología. Y de esto se deduca que el arte contemporáneo es ideológico.
Todo este preámbulo viene a cuento de que he leído una noticia en “El Mundo” que no me resisto a compartir y a comentar; el titular de la noticia es: “Una limpiadora tira a la basura una obra de arte vanguardista en Italia” y, a continuación se acompaña esta fotografía de la obra de arte:
Luego, en el texto se explica que la limpiadora del Museo Bolzano de Milán, confundió la obra con los restos de algún “fiestorro" que hubiera tenido lugar la noche anterior y cumplió con su obligación de dejar la sala “como los chorros del oro” como se advierte en esta otra foto que, desde otro ángulo, se inserta en el mismo periódico:
La limpiadora recogió todo en bolsas de basura —que eso es lo que creyó que era “la obra”— y gracias a su diligencia y su previsión, el Museo podrá recuperar gran parte de lo limpiado.
Vittorio Sgarbi, uno de los principales críticos de arte de Italia, según el diario, manifestó a la NBC: "Si ella pensaba que era basura, significa que lo era. El arte debe ser entendido por cualquiera, incluidos los trabajadores de la limpieza. El hecho de que el museo pueda simplemente recolectar las piezas de la basura y ponerlas de nuevo juntas significa que no era arte de categoría”. Fin de la cita.
No puedo estar más de acuerdo con el señor Sgarbi y espero que a la limpiadora no sólo la feliciten por lo bien que hizo su trabajo, el específico, aquél para el que fue contratada, sino que la asciendan de inmediato a Directora del Museo por el esmero y el buen gusto demostrado en su decisión de quitar de él “la basura”; a la persona que ejerza ahora la dirección habrían de ponerla a sustituir a la empleada de la limpieza para que vaya aprendiendo.
Toni(n) “el de la Cuba”
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