«Pero no se defiende mejor a los españoles en Bruselas -más bien al contrario- con órdagos imposibles y aún menos con conejos de la chistera que son auténticos tropiezos. Es lo que ha ocurrido durante semanas con el empecinamiento estéril en los coronabonos, cuando como ha repetido hasta la saciedad Merkel ni siquiera los permiten los tratados de la UE. Y es lo que ocurre ahora con esa ocurrencia de la deuda perpetua europea, que ningún otro líder ha respaldado porque está prohibida en el BCE, como bien le podría haber explicado al presidente del Gobierno algún responsable del Banco de España si se dejara asesorar.»
Hasta aquí parte de lo que recojo de «El Mundo» en su editorial. Hay que hacerse alguna que otra pregunta:
- ¿Quién o quiénes generan esos órdagos?
- ¿Son producto de profundas deliberaciones en Consejo de Ministros o vienen hechos desde fuera?
- ¿A quién o quiénes se les ocurre sacar conejos de la chistera?
- ¿Se busca a los responsables de las consecuencias de esos números de magia en forma de tropiezos?
- ¿Alguien había comido una seta «rarita» cuando se le ocurrió pedir los coronabonos?
- ¿Pensó cualquiera de los «altos varones –y hembras– apostólicos» del gobierno –y pienso en la señora Calviño- que nuestros «consocios» de «Uropa» iba a detraer un euro de sus cuentas para ayudar?
- ¿No se consultó a la «suficiente» ministra de Exteriores acerca de la consideración que merecemos a nuestros queridos socios ricos?
- ¿Quién tuvo la ocurrencia de lo de la «deuda perpetua»?
- ¿Es que «no se hablan» el gobierno y el Banco de España?
Da la impresión, de que, visto desde fuera, en el gobierno dominan algunos «esgarramantas» y algún que otro «perroflauta» que piensan más en su ideología que en lo que es posible en el extremo de la necesidad, que es donde nos vamos a encontrar. En el extremo de un camino que se corta abruptamente y presenta un precipicio en el siguiente paso.
¡Ojalá me equivoque!
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