Nada tiene que envidiar esta cascada a las que se ven en otros lugares de reconocido renombre turístico y el hecho de que desde hace más de tres años, aparezcan llenado de color y alegría algunas calles de nuestro pueblo y los chalets de algunos vecinos –que están locos de contento por este don que la Naturaleza y la Diputación les hacen– habría de servir de regocijo y sano esparcimiento a quienes tengan el deber de velar por la tranquilidad de los habitantes de la localidad.
Por la frecuencia de su aparición y por lo espectacular de su aspecto –algunos le llaman el "Monasterio de Piedra" local– creo que habría que cobrar entrada a los curiosos que se acercan a contemplarlas. Si, además, difundimos la especie de que los lodos tiene un efecto revitalizante para la piel, el negocio está asegurado ... y la deuda más próxima a ser saldada.
¿No les parece?
Toni(n) el de "La Cuba"
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