lunes, 22 de febrero de 2016

¿A dónde vas Europa?

La Unión Europea ha hecho, una vez más, el ridículo. Viene haciéndolo de manera inveterada sin que ninguno de sus próceres se quiera dar cuenta de hasta qué punto tiene hasta el “pirri" a los ciudadanos que creían de buena fe en el significado de la palabra “unión”. Hubiéramos tenido que quedarnos en lo de “Comunidad Económica Europea” que es de lo que no ha pasado la Europa de los mercaderes –de los mercachifles más bien– que nos ha conducido a los ridículos en los que vamos cayendo.
Ya me manifesté en este cuaderno acerca de lo que me parecía el acuerdo con los turcos y estamos viendo las primeras consecuencias de estos acuerdos de manera que –sin haberse apagado los ecos de las nuevas reclamaciones de Turquía para cumplir aquello por lo que se le ha pagado espléndidamente– nos metemos de hoz y coz en un acuerdo con la nunca suficientemente ponderada Albión que –como acostumbra– reclama para sí todas las ventajas sin arrostrar ninguno de los inconvenientes de pertenecer a un club del que no puede prescindir por mucho que presuma. Cierto es que ese club tiene muy difícil seguir adelante sin la participación de los anglosajones, pero no tendrá otro remedio que hacerlo si no quiere que ellos sigan tirando de la teta que el resto engordamos. 
La cosa es más simple de lo que parece: si usted no quiere respetar las normas del juego, deje de jugar; pero deje de jugar del todo aunque el resto hayamos de apretarnos el cinturón, que no vendrá mal, a esta sociedad de hartos que es “Uropa”, conocer lo bien que van unas penurias para apreciar lo que se conquista con esfuerzo. Limitar los derechos de los ciudadanos de la mal llamada “Unión Europea” por parte de uno de sus miembros no habría de ser admitido por ninguno de los del resto de los componentes de ese club. Lo diga el señor Rajoy o su porquero, lo diga la señora Merkel o el presidente de turno del grupo; lo diga quien lo diga
Los ciudadanos de Europa, de toda la Europa geográfica habremos de ir pensando en vivir de acuerdo con nuestras posibilidades porque hacerlo de otra manera es política-ficción, economía-ficción, geopolítica-ficción. De seguir el camino que hemos emprendido no haremos otra cosa que dar alas a los Pablos y Pedros que se ocuparán más de “ir contra” –sus hechos lo demuestran– que de estar “a favor de…” como sería lo deseable.
Y ahora, a pensar que p’a eso estamos…

Toni(n) el de “La Cuba”

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