Tengo para mí la impresión de que andamos perdiendo el tiempo en discusiones que no tienen fin acerca de cosas que tienen solución fácil en la que –seguramente– no habíamos caído. Son cosas que suelen ocurrir porque, a veces, vamos a buscar soluciones lejos cuando las tenemos al alcance de la mano.

Echando mano de un razonamiento elemental podríamos deducir que el problema está en las personas, porque lo que hace falta es gente honrada que sea capaz de realizar su cometido sin inclinarse hacia uno u otro lado de la legalidad y siguiéndola de manera recta y firme de acuerdo con las Leyes que nos hemos dado y su leal saber y entender. Gente que haga oídos sordos a los cantos de sirena de los poderosos y que, impertérritos, sigan haciendo lo que es justo.
Parece que ponen –ustedes tres o cuatro que me leen– cara de incredulidad como si fuera imposible encontrar personas de esa talla moral, de esa entereza. Pues yo les aseguro que hay colectivos en España de los que no se discute –o al menos yo no tengo noticias de ello– que tuerzan la vara de la justicia en provecho propio, de amigos o de afines: los árbitros de fútbol. En ese ejemplo está el futuro de nuestra democracia.
Piénselo con calma, hombre...
Toni(n) “el de La Cuba”
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