- Hola.
- Hola.
- ¿Te importa que me siente a tu lado?
- No.
- Llevo mirándote hace rato.
- Ya me he dado cuenta.
- ¿No quieres saber por qué?
- Supongo que porque te gusto.
- Sí.
- Pues a mí me gustas también.
- ¿Qué podemos hacer ahora?
- No sé.
- A mí tampoco se me ocurre nada.
- ¿No tienes experiencia?
- Es la primera vez que me pasa.
- Y a mí.
- El caso es que mirarte me gusta.
- ¿Y notas unas cosquillitas en el estómago?
- Sí.
- Me pasa lo mismo.
- No me atrevo a pedirte...
- ¿Qué?
- Dame tu mano
- Ven, siéntate junto a mí.
- Es pequeña. Mira. Me cabe en la mía.
- Porque tienes las manos muy grandes. Y fuertes.
- ¿Yo? ¡Qué va! Son las tuyas las pequeñas. Mis manos son normales.
- No. Tus ojos, tu boca, tus manos... todo es grande en ti.
- ¿Y eso te disgusta?
- No. Me atrae más. Por ejemplo, los ojos. Cuando me miras es como si me envolvieras.
- Yo te siento muy dentro, al lado del corazón. Allí te protejo.
- ¡Qué bien!
- Me gustaría besarte.
- Y a mí que lo hicieras.
- ¿Me dejas?
- ¿Aquí? No. Ya nos están mirando todos...
- ¿Y te importa?
- Un poco
- ¿Quieres que nos vayamos a algún sitio?
- Aún no. Se está bien aquí.
- Sí. Aquí o en cualquier otro sitio a tu lado.
- Muchas gracias. A mi también me gusta estar contigo. Es... diferente.
- ¿Diferente de qué?
- De estar con otras personas. Estoy más a gusto. Como si fuera contigo con quien tengo que estar.
- Me gusta lo que dices. Y cómo me miras. Y tu voz.
- A mí me gustan tus gestos, tu decisión; también tu voz. Y tus labios y tus ojos.
- Está bonita la tarde. Y voy a recordar la fecha toda mi vida.
- ¿Para bien o para mal?
- Para bien
- ¿Seguro?
- Vivo aquí cerca, en un apartamento. Podemos irnos allí, si tu quieres.
- ¿Tú quieres que vayamos?
- Lo estoy deseando.
- Pues vamos. Por cierto, ¿cómo te llamas?
- Ana.
- ¡Qué casualidad!
- ¿Casualidad? ¿Por qué?
- Yo también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario